La Región Caribe es las más empobrecidas de
Colombia. Los indicadores de empleo, seguridad alimentaria, educación,
inclusión y desarrollo en el Caribe están muy por debajo de los promedios
nacionales.
Desempleo, pobreza, desplazamiento, damnificados por el invierno, violencia intrafamiliar, violencia social, corrupción y degradación ambiental, son algunos de los problemas que debe superar la región Caribe para potenciar su desarrollo.
A estos graves problemas se suman otras situaciones como el accionar de las Bacrim que amenaza la seguridad de la capitales costeñas y generan dificultades que entorpecen el proceso de restitución de tierras a familias despojadas. La falta de liderazgo, de organización, planeación, y sobre todo educación, han convertido estos problemas en pesadas cruces que llevamos a cuesta cada uno de los ciudadanos de esta gran región de Colombia. Hasta dónde y hasta cuándo vamos a cargar estas cruces depende enteramente de nosotros, sobre todo ahora que el Caribe se convertirá en uno de los protagonistas del TLC con Estados Unidos.
La extensión territorial del Caribe es de 132.288
km2, es decir el 11.6% de la superficie de Colombia. La población de esta parte
del país, según censo de 2010, es de 9.7 millones de habitantes. La densidad
poblacional es de 72 habitantes por kilómetro cuadrado.
La Región Caribe de Colombia está compuesta por
siete departamentos continentales: Guajira, Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba,
Magdalena y Sucre y un departamento insular, San Andrés. El 15.7% de la
población del Caribe colombiano es afrodescendiente, 6.8% indígena y 77.5
carece de pertenencia étnica.
En 2007 el Producto Interno Bruto por persona en el
Caribe era de 4.0 millones de pesos. La zona continental de la Región Caribe
tiene 1.600 kilómetros de litoral y el área de mar es de 536.574 km2.
Los departamentos de Atlántico y Bolívar concentran
el 50.9% del PIB regional pero la principal ventaja competitiva de la región es
la internacionalización de las empresas a los mercados externos y su rica
reserva medioambiental.
El sociólogo colombiano Orlando Fals Borda está
considerado como el pionero en las investigaciones sociales sobre la Región
Caribe y en asumir la definición de un área geográfica con vida y
características propias. También se le reconoce a este intelectual el hecho de
insistir en una crítica de las deplorables condiciones socioeconómicas de la
región donde él mismo nació. Su fallecimiento priva a Colombia de una de las
mentes más esclarecedoras de la cuestión caribeña.
La Región Caribe de Colombia con la enorme suma de
desigualdades sociales que hoy la agobian debe someterse, según Fals, a una
construcción conveniente de nación, con equilibrio regional, a una revisión que
la acerque a los cambios inducidos por la densidad poblacional, “reconocer que
los límites formales de las entidades territoriales no pueden ser eternos o
intocables, como lo cree la clase política”.
Desde 2010 se viene insistiendo en un proyecto para
que la Región Caribe obtenga autonomía política y administrativa, sin depender
de un gobierno central.
Para el 10 de octubre de 2010 estuvo prevista una
consulta para obtener el respaldo ciudadano sobre la autonomía regional. Se usó
la fecha del 14 de marzo de 2010 para esa consulta, en medio de elecciones
legislativas y la “papeleta caribe” obtuvo 2.502.726 votos, con los cuales se
invitó al Congreso de la República a que haga una ley orgánica que “instituya
un ente territorial autónomo que abarque toda la región, dentro de la
Constitución Política del país”. La región Caribe colombiana es hoy escenario
de la injusticia social que excluye a una población multiétnica, de manera
especial en lo rural, mediante el despojo de la tierra y la implantación del
latifundismo. En la Región Caribe, se aplican como en el resto del país, las
fórmulas neoliberales que lo convirtieron todo en leyes de mercado que crean
ruina para los débiles sin distinción de grupos étnicos que, pese a todo,
tienen una interactuación notoria. El discurso de “Región Caribe” no ha pasado
de ser un recurso de políticos conectados con la corrupción reinante en el
sistema bipartidista del “frente nacional”, que ha hecho de Colombia una nación
al borde del fracaso como Estado.
Los movimientos culturales de la región Caribe
andan distraídos en la cuestión racial, cuando el debate debe dirigirse a
cuestionar las políticas estatales que ferian sus recursos naturales entre las
potencias afiliadas al proyecto corporativo del imperialismo guerrerista, que
dejan a su paso desolación y despojo, marginamiento y hambre.